PENSIÓN BAJAMAR
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COMENSALES DE MEDIO PELO



“El autor debe confesar la gran envidia que le producen el apetito y el estómago de esa clase de gente. Para ellos no significan nada en absoluto todos estos señores de San Petersburgo y Moscú que viven a lo grande, pasan el tiempo pensando en lo que habrán de comer al día siguiente y qué menú compondrán para pasado mañana, y que antes de empezar la comida toman obligatoriamente una píldora; que consumen ostras, cangrejos de mar y otras maravillas y que luego hacen una cura de aguas en Karlsbad o en el Cáucaso.
No, a estos señores no les envidio nunca. Pero los señores de medio pelo, que en una estación de postas piden jamón, en la siguiente lechón asado, en la tercera una loncha de esturión o un embutido cualquiera, adobado con cebolla, y luego, como si tal cosa, se sientan a la mesa a cualquier hora y toman para empezar una sopa de pescado acompañada de bonitos rellenos con tanto gusto que a cualquiera se le despierta el apetito al verlos; esos señores, digo, sí que disfrutan de un envidiable don del cielo.
Más de uno y más de dos de los señores que viven a lo grande darían en el acto la mitad de sus campesinos y la mitad de sus haciendas, hipotecadas y sin hipotecar … a cambio de un estómago como el que tienen los señores de medio pelo. Pero lo malo es que no hay dinero alguno, ni tampoco hacienda, con perfeccionamientos y sin ellos, que permita adquirir el estómago de los señores de medio pelo.”



Nikolai V. Gógol. Almas muertas


Me imagino a estos señores de medio pelo delante de un chuletón de 700, guarnidos con un par de huevos y medio bol de patatas fritas, con los ojos salidos del gusto por lo que se avecina y que comparten sana charla, mientras comen al ritmo de una oruga recortando su hoja.
¿Estos señores de medio pelo saben lo que comen, son exigentes en la calidad y elaboración o zampan todo aquello que sea comestible y encuentran a su alcance? Yo creo que lo primero, porque los individuos éstos de medio pelo, conocen de sobra los lugares en los que su insaciable apetito puede ser satisfecho, y no les sirve cualquier majadería culinaria que se presente.
Recuerdo un individuo de medio pelo que habitualmente pasaba por aquí. Cocinar para él era el mayor de los placeres, porque sabías que la comida sería disfrutada con gusto y pasión. Cada elemento del plato era comentado por su punto de elaboración y la calidad del producto, además del maridaje y así, cada bocado –trabajado con esmero y saber- se convertía en un pequeño tesoro de placer.
Un personaje de medio pelo se guía, básicamente, por su olfato, y rastrea hasta el último rincón del mapa sin importarle el qué dirán o las opiniones concordantes de los memos en el placer culinario, para él simples zampabotes, fáciles de impresionar en la materia.  No le importan una mierda las tendencias, ni las críticas oficiales y mucho menos las vanguardias sin esencia o tradición. El plato de un medio-pelo debe estar lleno, esto es, debe saciar siempre sus apetito, sin que por ello deba exceder la cantidad necesaria, de ahí que nunca se le pueda catalogar de goloso infernal. No! No es goloso, únicamente sacia su hambruna como quien cuenta ovejitas antes de dormir.
Nos gusta que vengan por aquí individuos de medio pelo, voluntariamente, porque es siempre síntoma de calidad y buen hacer. Pero esto los individuos de pelo entero nunca lo entenderán, ellos se guían bajo otras coordenadas y esta puede ser una de las causas de que nuestro autor no los envidie, en absoluto.

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